lunes, 12 de octubre de 2009

Portadas de los libros




Como prometí en la última entrada, para que veáis que cumplo y soy de fiar, y solo por ese motivo, cuelgo las portadas de los libros que os dije. Es un arduo trabajo este de subir fotos pero lo prometido es deuda. Continúo mi labor.



Me estoy rayando intentando organizar un diseño de página decente pero todavía no sé cómo se mueven las fotos una vez les has adjudicado un sitio. Seguro que es sencillísimo retroceder y cuando sabes cómo hacerlo no cuesta nada y luego vas dando lecciones a la gente de esto se hace así y esto asá. Pero por el momento acabo de borrar una foto sin darme cuenta y no sé si está en algún lugar del ciberespacio o delante de mis narices minimizada como un gato enroscado. Perdonad mi torpeza presuntos lectores. Voy a buscar la portada de La música del hambre que tiene que estar por alguna parte ... Espero que mi profesor de diseño no se deje caer por aquí, se haría el arakiri, por lo menos.
... La encontré y no sé cómo lo he conseguido pero se ha ido arriba del todo a la derecha.
Ahora lo que no entiendo es porqué el texto no quiere colocarse junto a las fotos y deja esos grandes blancos, con tan mal gusto, a ambos lados del primer volumen de los Karamazov. ¿Es qué le da miedo la prosa rusa? No me extraña. Si yo fuera un texto-absurdo-y-corto-de-li-blog jamás me acercaría a un gigante como Dovstoyevski sin que me entrara un mareo de lipotimia y unas ganas enormes de sacar la cabeza por una ventana y que me diera el aire. Siempre preferiría colocarme debajo, sin afán de protagonismo.
Como veis, a vuestra derecha está el retrato del adolescente Orhan Pamuk dibujando. Esta vez he colocado la foto donde he querido: he ganado una batalla a las nuevas tecnologías, aunque no la guerra.
Ahora estoy leyendo a Saramago, y se me constriñen las tripas en cada párrafo de lo que me cuesta digerirlos. Apenas usa palabras de descanso como él, la, los, las o mi, tu, su. Casi todas las palabras que usa son fuertes y pesadas, como de gimnasio. Copio un ejemplo que me ha gustado:
Es la guerra aquel monstruo que antes de devorar a los hombres les vacía los bolsillos, uno a uno, moneda tras moneda, para que nada se pierda y todo se transforme, como es ley primaria de la naturaleza, que sólo más tarde se aprende. Y cuando está saciada de manjares, cuando ya regurgita de harta, continúa su repetida habilidad, con dedos ágiles, sacando siempre del mismo lado, metiendo siempre en el mismo bolsillo. Es un hábito que, en definitiva, le viene de la paz.
Cuando por fin se digiere el significado es buenísimo, pero el esfuerzo mental ...

Paso a otro tema:

Para los que han leído las entradas anteriores, lectores amigos, por supuesto, quiero agradeceros el interés desinteresado que os mueve a hacerme comentarios ... positivos, sí, son todos positivos aunque incluyan alguna que otra regañina (me refiero a los que he recibido en mi correo), como por ejemplo, Pinza eres un poco vagueta. Eso es buena señal. Estos amigos que nos animan a trabajar, que nos ponen las pilas con cariño, supongo, espero, son un encanto en lo que a feedback se refiere. Ya se me ha colado otro anglicismo, pero es que nadie usa ni entiende la palabra castellana retroalimentación. Y si alguien la usa o la entiende tiene que ser un ser muy raro y posiblemente maloliente. Maloliente porque debe llevar la misma ropa mucho tiempo seguido y respirar el mismo aire de la misma habitación pequeña y rancia, y estar muchas horas delante del mismo ordenador que absorbe oleadas flotantes de ácaros, los fríe y los devuelve al mismo aire rancio del que hablábamos.
Siento referirme así a los intelectuales, pero soy de la misma opinión que la canción aquella que tenía un estribillo que decía
intelectual, intelectual, intelectual, cabróóóón
y una letra que se quejaba de que en las fiestas de los intelectuales todos eran muy feos y los sandwiches estaban muy malos, secos y sosos. La oí hace muchos años en Radio 3 en un programa que se llamaba Chichirichachi. Con ese nombre os podeis imaginar qué programa podía ser. Sin ánimo de insultar a nadie más que a los intelectuales, el programa parecía que estaba realizado por zumbados, al menos los oyentes os puedo asegurar que éramos unos taraos, (solo conozco a dos oyentes, mi hermana y yo, los dos taraos, luego el 100 por 100 de los oyentes que conozco lo son). Es una pena que os hayais perdido ese programa, que seguro que os habeis perdido porque lo emitían a las siete de la mañana de hace 10 años, ni más ni menos, y vete tú a saber donde estabais en mayo de 1999 a las 7 de la mañana. Probablemente durmiendo, o dedicados al aseo personal, o a cualquier otro quehacer más productivo que estar en un atasco oyendo canciones absurdas. Pero si por casualidad conoceis esa canción me encantaría que me lo dijerais, pues no sería una casualidad sino una comunión espiritual, una vibración de las almas somnolientas al unísono, que siempre es un consuelo para la soledad de la que hablábamos.
A más leer. Pinza

lunes, 5 de octubre de 2009

Pinza encaramada a la silla ergonómica

Gracias por los comentarios.
Me alegra saber que alguien pierde su tiempo leyendo,
así como yo lo pierdo escribiendo.

D
ecían en aquella película, Tierra de penumbras,
"leemos para sentirnos menos solos"
pero en realidad casi todo lo que hacemos, lo hacemos para sentirnos menos solos. Hablamos, comemos, fumamos, bebemos, caminamos o conducimos, todo con el único fin de sentirnos un poco acompañados. Por no hablar de los que van a los campos de fútbol y en un segundo o dos unen sus almas en un grito, en una sílaba gritada y se sienten como se sentirían las células del corazón de este planeta, si lo tuviera. Los demás, a los que no nos gusta el deporte Rey, el deporte Astro, porque no lo entendemos, porque no fuimos a clase el día que lo explicaron, como mucho seríamos células de las uñas de los pies o de cualquier pelo, con la ventaja de que seguríamos reproduciéndonos caso de morir el planeta. (¿Será verdad que está en las últimas o es una paranoia de los ecologistas con fines lucrativos?).

Otra vez me he ido por las ramas, como un lemur. Esta introducción quería introducir el tema de la lectura, los libros, y ha terminado hablando de lo solitario y lo gregario. Hay que ver! Mi intención era comentar los libros que he leído en estos últimos meses, y perdonadme si sueno pedante, pero es que últimamente estoy en modo pedante en lo que a libros se refiere. Solo leo clásicos y premios nobeles, qué le voy a hacer, es lo malo que tenemos los amantes de la literatura, escritores frustrados envidiosos de los ganadores de premios planetas, nadales y demás, que no soportamos las novelas que nos hacen sentir todavía más solos.

Así que ojeando libros en una librería, claro, encontré por casualidad Otros colores de Orhan Pamuk, y tanto el título, como la estructura del libro en capítulos cortos e inconexos, y por supuesto la portada, donde aparece él, adolescente, de perfil, sentado a una mesa, parece que pintando, atrapó mi atención y lo compré. Me he enamorado de este turco en las primeras frases, tengo que confesarlo.
(Me encantaría hablar personalmente con todos esos escritores que me gustan, hacer viajes con una máquina del tiempo cuando ya están muertos, o viajar por el espacio cuando son contemporáneos y que todas esas cosas que dicen me las dijeran mirándome a los ojos. Pero en fin, me conformo con leerlo en mi cuarto, bajo la luz de mi lámpara y con los olores y sonidos familiares que me envuelven, que también es muy cómodo.)
Llegué a unos capítulos que son artículos de crítica literaria y hablaba de Los hermanos Karamazov, opinando sobre cada personaje. Como no lo había leído aún me autorregañé, salí a la librería y los compré, los dos volúmenes. Aparqué a Pamuk antes de saber qué opinaba sobre cada hermano para que no me influyera ( soy muy influenciable, lo sé) y empecé mi idilio con Dovstoyevski. Brutal. Ahora ya puedo opinar y contrastar mi opinión con la de Pamuk. Te diré, Orhan, que no estoy de acuerdo contigo. No te gusta Dimitri, pues que sepas que a mi es el que más me ha gustado y con el que he sentido una identificación mayor, que es de lo que se trata. ¿Por qué? Porque es un borrachín, un bolinguilla, un tarao que se enamora locamente de la mujer que menos le conviene, absolutamente sincero, consigo mismo que es lo más difícil y con los demás que es lo más desagradecido. Porque se busca problemas y no sabe salir del follón que se ha organizado. Porque es un vividor al que le gusta tanto vivir enamorado, que si no puede vivir así antes prefiere quitarse la vida. Pero antes prefiere emborracharse. Pero antes prefiere deshacerse de todo el dinero que lleva encima, que además no es suyo y lo debe. Porque es generoso y lo regala a desconocidos interesados que le sacan la pasta. Porque se autoinculpa de cobardía, falta de voluntad, vicio, felonía, ... y se levanta arrepentido todos los días con intención de enmendarse, como los de los buenos propósitos de Año Nuevo que empiezan colecciones de fascículos en enero, y se les pasan en cuanto compran el nº 1. A él también se le pasa en cuanto huele el aroma del alcohol.

¿No os parecen motivos suficientes para darle unas palmadas en la espalda, llevarlo a un bar y preguntarle ¿qué quieres tomar? Pago yo.

Así que esta es mi humilde y apasionada opinión. Después me regalaron dos novelitas (uso el diminutivo por la longitud, no por la calidad) que trataban de amistades traicionadas de dos personas del mismo sexo que se quieren tanto (sin visos de homosexualidad) desde la infancia que creen que su amor será indestructible, pero, A que no sabéis quién lo destruye: pues lo de siempre, las diferencias sociales. Una es de una familia media-alta y la otra de una baja-baja. Esta última pasa a ser de familia media-media y por fin media-alta. Una historia ocurre en París, y se llama La música del hambre de Le Clézio (ya os dije que me he aficionado a los premios nobeles) y la otra en China atemporal, (da lo mismo la época porque creo que durante milenios tuvieron un sistema feudal hasta hace dos telediarios), y se llama El abanico de seda. La escritora de este último no es Nobel, se llama Lisa See, pero la historia es muy interesante. Es muy tremebunda con esas torturas chinas a las mujeres (mientras aquí las quemaban por brujas, allí les vendaban los pies y les hacían todo tipo de siniestreces que no voy a contaros porque me pone de mal humor) y te transporta al otro lado del mundo rápida y suavemente, como en una alfombra mágica.

Aunque sean deprimentes, estas dos historias valen la pena, en el sentido literal de la palabra y nos acompañan en la tristeza de haber perdido una amistad, que se dio la vuelta y empezó a caminar en otra dirección.

P.S. Voy a buscaros los libros para subir unas fotos de las portadas. Saludos. Pinza