Como prometí en la última entrada, para que veáis que cumplo y soy de fiar, y solo por ese motivo, cuelgo las portadas de los libros que os dije. Es un arduo trabajo este de subir fotos pero lo prometido es deuda. Continúo mi labor.
Me estoy rayando intentando organizar un diseño de página decente pero todavía no sé cómo se mueven las fotos una vez les has adjudicado un sitio. Seguro que es sencillísimo retroceder y cuando sabes cómo hacerlo no cuesta nada y luego vas dando lecciones a la gente de esto se hace así y esto asá. Pero por el momento acabo de borrar una foto sin darme cuenta y no sé si está en algún lugar del ciberespacio o delante de mis narices minimizada como un gato enroscado. Perdonad mi torpeza presuntos lectores. Voy a buscar la portada de La música del hambre que tiene que estar por alguna parte ... Espero que mi profesor de diseño no se deje caer por aquí, se haría el arakiri, por lo menos.
... La encontré y no sé cómo lo he conseguido pero se ha ido arriba del todo a la derecha.
Ahora lo que no entiendo es porqué el texto no quiere colocarse junto a las fotos y deja esos grandes blancos, con tan mal gusto, a ambos lados del primer volumen de los Karamazov. ¿Es qué le da miedo la prosa rusa? No me extraña. Si yo fuera un texto-absurdo-y-corto-de-li-blog jamás me acercaría a un gigante como Dovstoyevski sin que me entrara un mareo de lipotimia y unas ganas enormes de sacar la cabeza por una ventana y que me diera el aire. Siempre preferiría colocarme debajo, sin afán de protagonismo.
Como veis, a vuestra derecha está el retrato del adolescente Orhan Pamuk dibujando. Esta vez he colocado la foto donde he querido: he ganado una batalla a las nuevas tecnologías, aunque no la guerra.
Ahora estoy leyendo a Saramago, y se me constriñen las tripas en cada párrafo de lo que me cuesta digerirlos. Apenas usa palabras de descanso como él, la, los, las o mi, tu, su. Casi todas las palabras que usa son fuertes y pesadas, como de gimnasio. Copio un ejemplo que me ha gustado:
Es la guerra aquel monstruo que antes de devorar a los hombres les vacía los bolsillos, uno a uno, moneda tras moneda, para que nada se pierda y todo se transforme, como es ley primaria de la naturaleza, que sólo más tarde se aprende. Y cuando está saciada de manjares, cuando ya regurgita de harta, continúa su repetida habilidad, con dedos ágiles, sacando siempre del mismo lado, metiendo siempre en el mismo bolsillo. Es un hábito que, en definitiva, le viene de la paz.Cuando por fin se digiere el significado es buenísimo, pero el esfuerzo mental ...
Paso a otro tema:
Para los que han leído las entradas anteriores, lectores amigos, por supuesto, quiero agradeceros el interés desinteresado que os mueve a hacerme comentarios ... positivos, sí, son todos positivos aunque incluyan alguna que otra regañina (me refiero a los que he recibido en mi correo), como por ejemplo, Pinza eres un poco vagueta. Eso es buena señal. Estos amigos que nos animan a trabajar, que nos ponen las pilas con cariño, supongo, espero, son un encanto en lo que a feedback se refiere. Ya se me ha colado otro anglicismo, pero es que nadie usa ni entiende la palabra castellana retroalimentación. Y si alguien la usa o la entiende tiene que ser un ser muy raro y posiblemente maloliente. Maloliente porque debe llevar la misma ropa mucho tiempo seguido y respirar el mismo aire de la misma habitación pequeña y rancia, y estar muchas horas delante del mismo ordenador que absorbe oleadas flotantes de ácaros, los fríe y los devuelve al mismo aire rancio del que hablábamos.
Siento referirme así a los intelectuales, pero soy de la misma opinión que la canción aquella que tenía un estribillo que decía
y una letra que se quejaba de que en las fiestas de los intelectuales todos eran muy feos y los sandwiches estaban muy malos, secos y sosos. La oí hace muchos años en Radio 3 en un programa que se llamaba Chichirichachi. Con ese nombre os podeis imaginar qué programa podía ser. Sin ánimo de insultar a nadie más que a los intelectuales, el programa parecía que estaba realizado por zumbados, al menos los oyentes os puedo asegurar que éramos unos taraos, (solo conozco a dos oyentes, mi hermana y yo, los dos taraos, luego el 100 por 100 de los oyentes que conozco lo son). Es una pena que os hayais perdido ese programa, que seguro que os habeis perdido porque lo emitían a las siete de la mañana de hace 10 años, ni más ni menos, y vete tú a saber donde estabais en mayo de 1999 a las 7 de la mañana. Probablemente durmiendo, o dedicados al aseo personal, o a cualquier otro quehacer más productivo que estar en un atasco oyendo canciones absurdas. Pero si por casualidad conoceis esa canción me encantaría que me lo dijerais, pues no sería una casualidad sino una comunión espiritual, una vibración de las almas somnolientas al unísono, que siempre es un consuelo para la soledad de la que hablábamos.intelectual, intelectual, intelectual, cabróóóón
A más leer. Pinza