jueves, 17 de septiembre de 2009

17.09.09. Mesa de trabajo

Con dedos temblorosos, al filo de la silla, empiezo por fin el blog literario, el LIBLOG, el BIBLOG (a mí también me gusta inventarme palabras para los entendidos), la POTA LITERARIA para los más salvajes.

En fin, no tengo palabras.

Y no las tengo porque suelo escribir de noche, en el silencio suave de la casa, que me arropa y me refresca incluso en invierno. ¿Os habéis fijado en que la noche no es más que la sombra propia de la Tierra y que, después de un día difícil, el anochecer sería a macro escala, como el momento playero en el que no podemos más de sol, aunque nos hayamos untado siete veces de protección 50, y buscamos desesperadamente guarecernos bajo la sombrilla ? (Bueno, ya estoy divagando. Espero no molestar demasiado al lector con las digresiones de este cerebro que no sabe estarse quieto ni un momento).
Pero el asunto es que tenía pendiente desde hace meses, casi ya un año, comenzar este blog, y por las noches, cuando saboreo el humo del pitillo, la soledad y las ausencias no estoy para pelearme con el ordenador y buscar las opciones, etiquetas, iconos y demás cachivaches virtuales que se esconden deliberadamente de mi vista. (He tardado más de media hora en acceder al blog que estaba configurado desde diciembre). Así que este es el "momento-prueba del micrófono: un, dos, tres, probando, probando, meseoye?, los que están en la última fila, también?" hasta que me haga con esta herramienta, no sin antes pedir disculpas a mi pluma y mi cuaderno, objetos humildes y tradicionales como una jota, y explicarles que no voy a abandonarles para siempre, que solamente estoy adoptando a un nuevo hermanito y que vamos a convivir todos felices: ellos, el ordenador, los lectores, si los hay, y yo.

Por eso comienzo mis escritos a primera hora de la mañana, una hora que se cree mucho más activa y espabilada que las horas nocturnas, pero que a mí no me dice nada, para compartir (que palabra tan maja), con quien quiera, mis pajillas mentales. Primera pajilla:


EL ELECTRÓN

He saltado de la cama, me he mirado en el espejo, como todas las mañanas con cara de aburrimiento por empezar un nuevo día. De nuevo no tiene nada. Es un día como cualquier otro, con sus horas y sus minutos que no es que se sucedan en una línea temporal, sino que se agolpan, se van colocando unos encima de otros como escapando de las llamas y cuando llega la noche e intentamos recapitular, resulta que ha sido un día más: improductivo y estéril.
Pero hoy la cosa es diferente. Me miro a los ojos y no hay ojos, ni boca ni nariz ni nada. Siempre he creido que mi rostro era difícil de recordar, al menos yo no puedo recordarlo como recuerdo el de otras personas, pero hoy simplemente no tengo rostro. Soy un electrón y lo único que percibo a mi alrededor es una órbita infinita, elipse parabólica, por la que tengo que moverme indefinidamente, no sé con qué sentido, bueno sí lo sé, pero no sé con qué fin. Giro alrededor de un núcleo, creo, una y otra vez, a toda velocidad, parezco un hamster corriendo en la rueda: mucho movimiento, mucho gasto de energía, pero sin llegar a ninguna parte.
Después salgo a la calle, sin dejar de girar ni un momento y voy cruzándome con conocidos, parientes, allegados, seres queridos o no, amigos, compañeros o enemigos, da igual, cuerpos sólidos al fin y al cabo, con los que choco en ese deslizarse de los autos de choque. (Sí, esa figura me gusta). No sé hacia donde mover el volante cuando me quedo parado en un lugar incómodo, atrapado por varios autos que encuentran tan divertida la atracción. Yo quiero que termine la canción que se oye a todo volumen, desde esas bocas-bafles de todoacien, que suene la sirena de una vez!, bajarme, poner los pies en el suelo, dar la vuelta a los bolsillos y que no haya ni una sola ficha más.
Solo quiero ir tranquilamente por mi trayectoria elíptica, orbitar a mi ritmo, sin ser molestado, sin teléfonos, puertas, hijos, padres, allegados, amigos, enemigos, recados y notas de la agenda. Quiero una agenda blanca, vacía, con todo el tiempo para mí:
Yo solo,
electrón esférico y azul de los libros de texto,
con mis hojas en blanco.

P.S.:
Como esto no es más que un test,
para probar mis skills
traté de poner un link
para mi próximo post,
en el que hablaré de blog
que tiene que ver con web
y por supuesto con log.

2ª P.S.:
(Parezco La Casa de Damián de El Cuarteto de Nos)

http://www.wordreference.com/es/translation.asp?tranword=log

1 comentario:

Unknown dijo...

Todavia me zumba el aullido de la sirena de los coches de choque y el salto temeroso sobre la placa de metal y alguna chispa.